Antonia Pozzi fue la única mujer de su promoción—corrian los años del fascismo con Mussolini— que a los 25 años terminó los estudios superiores y postgrado en letras en la Universidad de Milán. Según sus biógrafos, “era más que una joven sensible, universitaria, viajera, buena conocedora de la literatura en varias lenguas, amante del montañismo.
Representaba a una nueva generación de mujeres que no se conformaba con el papel tradicional que hasta entonces se les había asignado y que el paternalismo fascista se empeñaba en mantenerlo”. Pozzi se suicidó con 26 años sin tener nada publicado. Su padre—que deshizo su relación adolescente con un profesor— fue el que dio a conocer su obra poética censurando en sus versos todo lo que le pareció indecoroso para una joven burguesa. Fue reconocida años después como “literatura espléndida” por su “ética-poética de vida, sin concesiones ni amparos a su incesante e intensa visión de la existencia.
Así se expresaba Antonia Pozzi diciendo que “la poesía es una catarsis del dolor, como la inmensidad de la muerte es una catarsis de la vida”.