Pagar para aparcar

La ordenanza de zona verde y azul, con tarifas económicas en principio puede que solucione en parte el agobio, pero la realidad es que este municipio no ha sido preparado para dejar de ser segunda residencia y convertirse en primera, además de multiplicarse por cuatro el número de habitantes y precisamente en una época de bonanza económica donde ya no hay un solo vehículo por familia, sino incluso uno por cada miembro. Con el parque automovilístico ha sucedido como con los móviles. El teléfono fijo se ha visto acompañado por unos cuantos costosos artilugios que cada uno de nosotros lleva colgado día y noche.

A lo mejor, aparte de ser un argumento disuasorio, se convierte en una forma de recaudar fondos para un municipio que carece de suelo industrial y ya se ha tragado casi toda la superficie urbanizable que le quedaba. Regular el aparcamiento no sólo conlleva pintar las aceras de su color correspondiente. Se necesita una infraestructura y personal que deberá gestionar el correcto funcionamiento, multar a los que se olvidan de pagar y otras medidas impopulares que los políticos de turno tratan de evitar en época electoral.

Si la regulación no va acompañada de otras medidas, como la habilitación de aparcamientos libres, la medida puede caer en saco roto. No hay más que darse una vuelta en horas punta por el centro de Madrid para comprobar cómo es desesperante buscar aparcamiento y no hallarlo. Y al final, después de quince minutos de dar vueltas y vueltas se acude al parking más cercano.