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Cuando calienta el sol

miércoles 23 de abril de 2014, 12:06h
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Cuando calienta el sol
El camarero que sirve las bravas y el tinto de verano en la terraza, el socorrista atento al rescate y que vigila a los bañistas en la piscina, los monitores que cuidan de los más pequeños en la escuela de verano... Torrelodones da la bienvenida un año más a un sinfín de figuras que se presentan como necesarias para que “el verano sea verano” y podamos disfrutar de él. Piezas clave de cada episodio estival en un municipio que disfruta de las vacaciones y permite que otros las dediquen a ganar un 'dinerillo' extra para afrontar el resto del año.
Trabajan para que los demás disfrutemos, y en algunos casos la vocación se hace latente. En verano, socorristas, entrenadores personales, profesores de apoyo escolar y hosteleros en su mayoría, hacen del verano la oportunidad para adentrarse en el ámbito laboral, vivir nuevas experiencias, ampliar el curriculum y sacarse un sobresueldo para darse algún homenaje. En Torrelodones, los trabajadores del verano nos cuentan cómo y cuándo viven sus vacaciones y por qué han apostado por esta fórmula de empleo.

¡Camarero!
El sector estrella en el verano es la Hostelería. El buen tiempo, el aumento de horas de luz, la cultura gastronómica y las ganas de estar al aire libre culminan en las terrazas. Para esto, los bares y restaurantes tienen que prevenir atender más público y esto se traduce en más personal, normalmente, pero.. ¿que pasa en el mes de Agosto en Torrelodones? Estamos en un municipio con muchos habitantes residentes y al dejar de ser un pueblo de veraneo, la gente quiere cambiar de aires en vacaciones.

Las principales calles en Torrelodones-pueblo están llenas de negocios que coinciden ser del sector de la restauración, ahora con la peatonalización provisional en fin de semana en la calle Real, amplían el perímetro de sus negocios, aunque parece ser que es un mito que en verano se haga más caja, “en invierno tenemos menos clientes pero mejores ingresos”-, dice José, el dueño de El Triana. Normalmente, son la plantilla permanente de todo el año los que se mantienen en el verano, y a lo sumo hay algunos extras que se contratan para las fiestas o para eventos especiales. “Hay menos gente en agosto pero las fiestas nos ayudan un poco, lo que me permitirá poder cerrar una semana para poder descansar, que también es necesario, ya que mis vacaciones empiezan en octubre”, afirma Lourdes, dueña de La Sidrería.

En el restaurante El Pesca, de 25 años de antigüedad, hay personal que empezó muy joven y aún continúa trabajando. También cuentan con personas que se encargan de conseguir camareros cuando necesitan refuerzos. “Agosto es flojo, algo más en fiestas pero no mucho, en los mejores días llegamos a atender a 200 personas en la terraza de las tapas”-dice el encargado.

Rodi, que acaba de empezar a trabajar hace dos semanas, afirma que “estoy en este trabajo porque me gusta, si no es así, no aguantas”. En Ecuador trabajaba de cajero en un banco y estudiaba Turismo y Hostelería. “Los días de vacaciones dependen del turno con otros compañeros; normalmente coinciden entre octubre y noviembre”. Su compañero es Ignacio, lleva 29 años curtido en la práctica de atender las mesas y las barras. Es de Torrelodones de toda la vida y admite que lo peor de este trabajo es que “las piernas se resienten”. Es el perfil de camarero ‘máquina’ que se hace con todas las mesas que se le pongan.

Entre los dueños de bares y restaurantes, los hay más optimistas o más “aprensivos” con la crisis; algunos empleados dicen que “se quejan por la crisis, pero no veo que el negocio vaya tan mal”; y otros incluso se atreven a abrir nuevos negocios aunque no pueden ampliar demasiado el personal, “yo soy el primero que tengo todo mi tiempo comprometido al bar”-dice Adolfo, el dueño de Los Barriles, en la Colonia “aunque el espacio no da para más, en fiestas hemos sido 5 personas trabajando y hemos dado de cenar a 90 personas”. Andrés, dueño de La Tavherna, admite haber tenido mejor recaudación en julio que en agosto, gracias a las fiestas quizá, y por eso no han tenido que ampliar personal en vacaciones, “los turnos son rotatorios durante todo el año”, comenta.

Parecido ha ocurrido en La Posada, aunque en este caso, las fiestas del pueblo no han ayudado a que haya más recaudación que en julio, cuando tenían incluso un empleado más. “En agosto hay muy poca gente, y durante las fiestas realmente no ha aumentado la clientela respecto a un día de verano”, comenta Manuel.

Los peores salarios no pasan de 600 euros o extras bien pagados por hora a 50 o 60 euros. Los días de libranza suelen ser de día y medio y los horarios pueden ser rotatorios de mañana o tarde-noche, de los que algunos pueden superar las 10 horas partidas. Para algunas personas se convierte en la ley de lo tomas o lo dejas, de sentirse afortunado por trabajar o atrapado en un horario interminable sin equivalencia económica. En agosto, pese a lo que pueda parecer, la clientela disminuye en Torrelodones y en ningún caso ha aumentado el personal; los dueños, suelen ser los primeros empleados de sus negocios.

Vigilante acuático
El socorrista es el trabajo veraniego por excelencia. Carlos es vecino de Torrelodones, tiene 29 años y lleva desde los 16 trabajando. Durante el invierno es profesor de esquí en Sierra Nevada y en la temporada estival trabaja en el lugar más fresco de toda el municipio: la piscina de una urbanización plagada de niños de entre dos y 12 años. Aunque es un deportista nato porque además de la natación y el esquí practica escalada y submarinismo, admite que su objetivo es ganar dinero para viajar durante sus vacaciones. Su verano empieza en septiembre y se alarga hasta diciembre, cuando empieza de nuevo la temporada de esquí. En principio tres meses de descanso puede resultar envidiable, aunque en este caso “lo que no trabajo, no lo cobro”, aunque Carlos admite que “el trabajo de socorrista está muy bien pagado a pesar de que ya no es lo que era. Ahora tienes que hacer muchas horas para ganar un buen sueldo, y en mi caso, decidí hacer diez horas los siete días de la semana para que me compensara. No tengo verano, pero como siempre lo he trabajado no lo echo de menos”.

Lo más le gusta es el cariño con el que le reciben los niños cada mañana “ya es el segundo año en la misma piscina y mis nuevos amigos no pasan de los 12 años”. Esto es lo mejor de este trabajo, aunque cuanto más confianza les des menos caso te hacen”. “Es importante conectar con la gente y tratar de llevarte bien con todo el mundo, porque si no el verano puede llegar a resultarte muy pesado”. Y precisamente la monotonía de cada día es lo que Carlos lleva peor en este trabajo. “Días y días y horas y horas vigilando sin que (afortunadamente) pase nada puede llegar a ser aburrido. Es un trabajo muy psicológico y no todo el mundo lo aguanta”.

Culto al cuerpo y la salud
Luis es entrenador personal, ‘personal training’ que suena más cool, y aunque admite que no es un trabajo tan estacional como parece a primera vista porque las vacaciones son para todos, sí que es verdad que en verano las personas le ponemos especial empeño en estilizar nuestra figura. “Cosa que es un error-admite Luis-porque el ejercicio debe realizarse en primer lugar por salud y en su justa medida”. Trabajo con niños de 10 años y con mayores de 80 porque el entrenador personal no es sólo para adelgazar. La gente debe tener conciencia de la utilidad de este trabajo y aunque es satisfactorio ver como en tres meses una persona ha perdido 15 kilos de manera saludable, también lo es ver cómo se solucionan problemas de espalda, o ver correr a alguien que ha sufrido varios infartos. Quizá el que de pequeño me negaran la posibilidad de hacer deporte por una enfermedad crónica que tengo en la pierna, y la necesidad de buscar otras opciones a mi profesión de publicista, han hecho que me decidiera a emprender este oficio.

Luis trabaja para varios torresanos, y asegura que son más participativos que los clientes de otros municipios, aunque el carácter de cada uno es de cada uno. Afirma que lo mejor de su trabajo es ver que se cumplen objetivos “Sufrir con una sonrisa es una imagen impagable. Es cuando alguien que está exhausto se da cuenta de que puede un poco más y entonces sonríe”. Lo peor es luchar contra el desánimo. Muchos creen que por pagar lo tienes todo hecho, pero quien tiene que trabajar es uno mismo superando su falta de voluntad”.

Profesores de apoyo
Por otra parte, cuando en junio llegan los suspensos en las notas finales del curso, aparece en el horizonte el planificar el verano en función a la preparación de los exámenes de septiembre. Las familias consideran la posibilidad de buscar el apoyo en el estudio con academias o clases particulares que se ofertan en tablones de anuncios de lugares concurridos.

Llama la atención que para la cantidad de estudiantes que tiene el municipio no haya mas que cuatro academias de refuerzo escolar. Los anuncios de profesores particulares han existido siempre y son la oportunidad que buscan estudiantes de últimos años de carrera para sacarse algún dinero. Aunque hay una tendencia a que la práctica sea el aumentar las horas del autoestudio, hay estudiantes que necesitan un estímulo y disciplina externa.

Un caso llamativo es el de Conchi, que se inició dando clases en casa, luego en otras academias y desde hace 5 años es la dueña y la única profesora de una de las academias más solicitadas del pueblo. “Soy maestra por vocación y como hacía de todo para otros me vi capaz de hacerlo yo por mi cuenta”. El espacio de la academia da para 8 estudiantes y suelen permanecer dos horas cada día, ahora en Agosto solo está abierto por la mañana pero diez días antes de los exámenes tendrá que abrir también por la tarde porque siempre los hay que lo dejan para el último momento. Conchi no cierra nunca y sus vacaciones las disfruta durante los puentes a lo largo del año.

En los tablones de anuncios puedes encontrar ofertas para empleo doméstico, cuidado de niños, ancianos, arreglos, jardinería, pero especialmente en verano son los anuncios de apoyo escolar los que predominan, además del aumento en las clases de música e idiomas.

David estudia 4º Biología y con 23 años lleva cuatro dando clases particulares, “he tenido hasta 4 alumnos en verano y suelo coger a 3 durante el año”. Vive en Hoyo y pone anuncios también en Torre, pero la mayoría vienen de conocidos que le recomiendan. Su precio es 15 euros la hora y está notando que este año cuesta más tener clientes, “es un dinero extra para mis gastos y a mí me aporta mucho porque me fijo donde fallan y así yo puedo mejorar la ayuda”.

Padres que trabajan en vacaciones
Es algo que ocurre todos los años y que siempre genera la misma polémica: ¿Qué hacer con nuestros hijos mientras trabajamos?. Los campamentos de verano se convierten entonces en los protagonistas. Daniela, coordinadora del campamento organizado por la Concejalía de Juventud, reconoce que es un trabajo “que se echa de menos a lo largo del año”, aunque en su caso, no deja de tener contacto con niños durante el invierno puesto que trabaja de psicopedagoga en un colegio. Sus vacaciones, en septiembre y las de los monitores, rotatorias por quincenas de junio a septiembre. “En agosto hay menos niños que en julio y no necesitamos tantos monitores”.

En el caso de Torrelodones tenemos campamentos de todo tipo, pero el más particular es un campamento voluntario. Lo organizan Guías, un grupo de jóvenes entre los 18 y 30 años que dedican su tiempo libre de forma altruista a la educación en valores comunitarios. Ellos dicen que no quieren intercambiarlo por dinero, “lo damos con especial satisfacción y recibimos mucho a cambio”. Están dos horas todos los sábados desde octubre hasta junio y culminan en un campamento de 15 días en julio donde agrupan a todas sus ramas de edades comprendidas entre 6 y 18 años. Son Las Guías de Torrelodones, trabajan valores de solidaridad, cooperación, responsabilidad, compromiso y siempre en contacto con la naturaleza. Un ejemplo de lo mejor de nuestros jóvenes.

Detrás de los trabajos de verano se esconden historias únicas e irrepetibles. La mayoría trabajan por necesidad y algunos por vocación, pero el común de todos ellos es que son necesarios para que los demás podamos disfrutar bajo el sol de Torrelodones.
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