De Peñascales al Pendolero
miércoles 23 de abril de 2014, 12:06h
Add to Flipboard Magazine.
|
Durante el paseo se pueden ver caballos pastando. |
Hasta el lugar de partida de la excursión podemos coger el coche desde la carretera de Torrelodones a Hoyo de Manzanares para luego tomar a la derecha la Antigua Carretera a El Pardo.
A unos tres kilómetros dejamos a nuestra derecha la Urbanización El Monte. Enseguida llegaremos a nuestro destino, por lo que debemos estar atentos y reducir la velocidad.
El principio de esta excursión coincide con el final del paso de la Antigua carretera a El Pardo, donde una verja nos impide continuar. Un camino ancho de tierra amarillenta, flanqueado por encinas y jaras, nos da la bienvenida.
Al contrario de lo que creen los vecinos de Torrelodones, este paseo no es servidumbre de paso. En realidad, este camino era una ruta para llevar leña a Madrid a través de El Pardo, el cual se cerró en 1940 cuando dejó de servir para tal cometido. El paseo es terreno privado, aunque por gentileza de los dueños de la propiedad se permite el paso público, según fuentes fidedignas a las que Vive Torre ha tenido acceso.
Desde el primer tramo y en días claros, mejor en horario de tarde, a la derecha podemos divisar con buen ojo una magnífica vista del pardo coronada por el perfil de algunos de los edificios más emblemáticos de Madrid: el palacio de oriente, la Torre Picasso y las Torres Kio.
Tras cinco minutos de caminata, nos topamos con una bonita verja flanqueada por dos columnas de piedra, siempre abierta y que da paso a la finca El Pendolero, que marca la linde con nuestro pueblo vecino Hoyo de Manzanares.
A la derecha el camino ofrece campo abierto donde podemos adentrarnos en el paisaje y si tenemos suerte, como esta vez, nos encontraremos con hermosos ejemplares de caballos pastando. A los niños les encantará observar a estos animales en su medio natural.
A unos pasos y justo enfrente, nos encontramos con la puerta electrónica que da entrada a las dependencias de El Pendolero, así que seguiremos la excursión por la derecha, donde el camino se estrecha y se vuelve un tanto más agreste. Las pequeñas pendientes del recorrido nos permiten disfrutar de El Pardo en toda su majestuosidad.
El aire limpio y la pulcritud del paisaje -sin latas de refresco descoloridas por el tiempo ni envoltorios de comida- embriagan al caminante que ese momento comparte la explosión de vida que percibe a su alrededor. A cada paso descubrimos decenas de hormigueros en plena actividad, distinguimos al menos seis tipos diferentes de canto de pájaros y algún que otro zumbido perturbador de insectos.
Este último tramo, de unos 350 metros, acaba en una pequeña subida que nos hace aterrizar en unas antiguas edificaciones que datan de 1911 y que hoy día funcionan como vivienda, caballerizas y almacén. Tanto el caserón solariego, como sus dependencias, fueron construidos en plena belle époque, de hecho las pequeñas ventanas redondas del último piso corresponden al estilo art nouveau.
A esta altura del camino, las impresionantes vistas las encontramos en el lado izquierdo, donde en la montaña se alza a lo lejos el monumental Canto del Pico. De nuevo nos topamos con una verja negra, siempre abierta. El camino se estrecha un poco más, aunque el paisaje se abre a ambos lados. En algunas ocasiones, así lo asegura Elvira, vecina de Torrelodones, podemos encontrar un letrero de prohibido el paso coincidiendo con la temporada de caza. Debemos alertar que este camino es una zona de seguridad y que cazar en las inmediaciones esta prohibido pues resulta una gran amenaza para la seguridad. En este sentido, son las autoridades de Hoyo de Manzanares las que deberían prohibir a los cazadores invadir el paso público. El final de la excursión sólo estará determinado por la voluntad del propio caminante. ¡Que lo disfruten!