Además, es un firme defensor de la inclusión de los chicos en un deporte tradicionalmente considerado femenino y cuenta con dos chicos entre sus más de 100 gimnastas. Uno esos chicos que rompen estereotipos es Ricardo de Pablo, quien lleva una década practicando gimnasia rítmica. Tras quedar primero en la Comunidad de Madrid, se prepara junto a su equipo para competir en el nivel prenacional.
Su historia es un ejemplo de superación y compromiso con un deporte que, aunque va ganando terreno entre los chicos, aún enfrenta barreras sociales. A pesar de haber probado otros deportes como el ciclismo y las artes marciales, ninguno logró cautivarle como lo hizo la gimnasia rítmica, a la que llegó por casualidad viendo competir a una amiga. A partir de ahí, ambos comenzaron a entrenar juntos en el jardín de su casa, hasta que Ricardo decidió enfrentarse a los estereotipos y apuntarse formalmente al club.
Recuerda sus inicios con cierta amargura. “Mis primeros pasos fueron duros y complicados. Te enfrentas a miradas, comentarios y críticas por ser un chico en mallas practicando gimnasia rítmica. Aunque hoy en día hay menos prejuicios, queda mucho por hacer”, asegura.
En lo deportivo, destaca las diferencias físicas con sus compañeras, especialmente en cuanto a la flexibilidad. “La rigidez de los músculos masculinos hace que me cueste más, pero trabajo mucho para alcanzar su nivel”, afirma.