El jefe de este servicio, José Emilio Hernández, hace un balance más que positivo. Dados los “excelentes resultados oncológicos logrados, con un 90 por ciento de los pacientes intervenidos libres de recidiva bioquímica meses después, en algunos casos, hasta un año, de las intervenciones”, que se suman “a la ausencia de complicaciones severas, la pronta y satisfactoria recuperación de los pacientes y un alto nivel de satisfacción en los mismos”.
Hernández ha asegurado que este es uno de los ámbitos “en los que más se ha desarrollado y difundido el uso de la cirugía robótica, existiendo un cuerpo de evidencia notable, especialmente en aquellos procedimientos que asocian a los resultados oncológicos una necesidad de buenos resultados funcionales, como la prostatectomía radical, donde se objetivan menores tasas de disfunción eréctil e incontinencia urinaria, frente a la cirugía abierta y/o laparoscópica”.
“La cirugía robótica permite una mayor precisión al cirujano, facilitando que la intervención quirúrgica sea lo más segura y menos invasiva posible, y reduciendo con ello de forma significativa los efectos secundarios habituales de la cirugía convencional”, añade.
Gracias a ello, a lo largo de este año “no se ha registrado ninguna complicación severa durante ni después de las intervenciones que haya requerido de conversión a cirugía laparoscópica o abierta convencional ni reingresos posteriores. Asimismo -dice el especialista-, la preservación de las bandeletas neurovasculares (estructuras nerviosas que permiten la erección) y el sistema esfinteriano permite minimizar la incontinencia urinaria y disfunción eréctil postoperatorias”.
Además, el jefe del Servicio de Urología del General de Villalba subraya la “excelente satisfacción de los pacientes”, que refieren “poco dolor postoperatorio”, no necesitando la mayoría de ellos analgesia tras la intervención, y manifestando en todos los casos que “volverían a intervenirse mediante abordaje robótico”.