Durante décadas el cine fantástico, el que engloba la fantasía, lo imaginario, la ciencia ficción y el terror, fue obviado por el cine español. Cuando se rodaba algo de tema fantástico, era en clave episódica de parodia. Ya en 1944 se rueda una película insólita, que aúna casticismo y fantasía, ‘La torre de los siete jorobados’ de Edgar Neville, pero fue la excepción que confirmaba la regla de los géneros tradicionales del cine español. Hasta que, tímidamente, primero ‘El cebo’ de Ladislao Vadja en 1958, después ‘Gritos en la noche’ de Jesús Franco en 1962 o luego ‘Ella y el miedo’ de León Klimovsky en 1962, se sitúan abiertamente en el terreno del fantástico.
Es este proceso el que se narra en la exposición, que cuenta cómo el estreno en 1968, se estrena ‘La marca del hombre lobo’ de Enrique Eguiluz, película que inicia de forma continuada el fenómeno del fantástico español un género que necesitaba de localizaciones y edificios singulares, ya sean bosques tenebrosos u oscuros castillos, que fueron encontrados en enclaves como Navacerrada, Lozoya, Torrelodones, Madrid, Talamanca de Jarama, San Martín de Valdeiglesias, Pelayos de la Presa…
Así, hasta llegar a la actualidad, con un género vivo, con títulos recientes como ‘Voces’ de Ángel Gómez, rodada en Torrelodones, o el largometraje-antología, ‘Vampus Horror Tales’ de Manuel M. Velasco, Isaac Berrocal, Piter Moreira, Erika Elizalde y Víctor Matellano, rodado en Leganés, Navacerrada, Colmenar Viejo y Madrid.
En la exposición que se puede visitar en Hoyo de Manzanares, además de carteles y fotogramas de estas películas, el visitante se podrá encontrar con elementos de atrezzo de películas clásicas del fantástico español y otras curiosidades.