Colmena formándose en un domicilio de la C/ Eduardo Costa
Riesgos primaverales
Miércoles 23 de abril de 2014
Si al salir de casa te encuentras con un enjambre de abejas flanqueándote el paso, ni pienses en enfrentarte a ellas: la batalla está perdida. No intentes dispersarlas con el agua a presión de la manguera o con humo, ya que sólo conseguirás enfurecerlas pero no ahuyentarlas.
Mantén la calma, vuelve a entrar en casa y, si no conoces a ningún apicultor, llama a los bomberos (112).
Desde Protección Civil nos informan de la gran cantidad de llamadas de emergencia que han recibido por este motivo desde la llegada de la primavera. Sólo durante el pasado puente de mayo se realizaron cinco avisos. El panal se forma a una gran velocidad. En general, suelen buscar lugares soleados y protegidos del viento, y tienen predilección por las superficies con cavidades o huecos en los que van construyendo sus celdas de cera.
La solución no está en matar a las abejas, sino en capturarlas vivas introduciéndolas en una caja especial que imita el panal. Para ello podemos solicitar a los servicios de algún apicultor, o recurrir a la ayuda de los bomberos, que, como afirman los que acudieron a retirar un panal formado en la calle Eduardo Costa la pasada semana, no son apicultores pero "sabemos hacer un poco de todo". Así lo demostraron tras unas horas de paciente "recolección" de abejas. Una vez capturada la reina, el resto de abejas la siguen, ya que sin ella peligraría la continuidad del panal. La reina se distingue por su gran abdomen, casi todo ocupado por el aparato reproductor, pero, si no queréis arriesgaros a unos buenos picotazos (con el consiguiente riesgo de reacción alérgica), mejor dejar la tarea a los expertos.
Como curiosidad, contar que el enjambre de abejas está formado por obreras (que pueden llegar a ser miles); una reina que es la madre de todas y un reducido número de zánganos, los machos. La reina pone un huevo en cada celdilla del panal pero, paradójicamente, no es ella la que reina el enjambre. Esta función recae en las obreras, de modo que la reina está sometida a las órdenes de sus propias hijas, que le marcan el ritmo de trabajo (la puesta de huevos). Puede llegar a poner hasta 3.000 huevos al día.
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