Miércoles 23 de abril de 2014
Aprovechando lo soleado de este invierno, aquí os proponemos un paseo por un paraje cercano que ayudará, si optamos por su variante más dura, a eliminar esos kilos que quedan de los excesos navideños. La ruta propuesta comienza en la Avenida de la Dehesa, por la senda ecológica acondicionada por los alumnos de la escuela-taller Jara y Lodón que, aunque fue inaugurada hace ya unos meses, todavía es desconocida por muchos vecinos. El inicio está claramente marcado por una gran barrera de madera con un cartel a la izquierda, en el que se indica el recorrido de la senda y las distintas zonas que encontraremos. En pocos minutos llegaremos a la primera de las charcas, ahora recuperada y limitada para impedir su deterioro, que rodearemos por la derecha. Pasados unos metros, encontraremos un puente de piedra que cruza un pantanal de juncos y que da acceso a una segunda charca más pequeña. Esta senda ecológica es circular y está claramente señalizada por unas pequeños postes con líneas azul y verde; además, en el recorrido veremos paneles indicativos con información sobre las distintas especies características de nuestro entorno, como el enebro, la encina, el alcornoque o incluso el arce de Montpelier. Durante todo el paseo, de aproximadamente media hora, se puede observar la tierra removida por los muchos jabalíes que pueblan este bosque, así como regalar el olfato con las abundantes ramas de tomillo y cantueso.
Sólo para intrépidos
Para quien goce de buen estado físico y guste la aventura, proponemos una variante circular que prolonga el paseo durante otra media hora. Una vez llegados a la segunda charca, no la rodearemos, sino que continuaremos hacia la izquierda por un sendero que sube empinado hacia unos roquedales. Desde arriba, se puede disfrutar de la vista de las charcas, el pueblo y, en el horizonte, la silueta de la Torre. Continuar entonces por la única senda existente, que continúa subiendo bordeando la colina hasta llegar a un llano. Dejando a la izquierda unas grandes piedras anaranjadas, seguiremos llaneando entre frondosas jaras, siempre guiados por unos pequeños hitos (piedras amontonadas) que marcan el sinuoso camino que nos deposita en la muralla del jardín del Canto del Pico. Seguiremos al pie de ésta buscando siempre la opción más despejada y utilizando el sentido común (ya avisé que era para intrépidos), hasta que la muralla se vuelve más alta y la abundancia de matorrales nos obligan a separarnos hacia la derecha para situarnos sobre unas rocas despejadas de arbustos. Desde aquí se puede divisar hacia un lado el tejado del Palacio, y hacia el opuesto la Sierra de Guadarrama, ahora decorada por la nieve. La bajada la haremos en dirección opuesta a la muralla, buscando las zonas más despejadas, hasta llegar a una gran roca característica por su veta de mármol en relieve, a modo de columna vertical. Desde aquí el camino ya es obvio y fácil, en diez minutos de bajada hacia el río llegaremos al majestuoso alcornoque, cerca ya de la carretera. La salida es por la Calle Nueva, desde la que podemos volver por la Avenida de la Dehesa hasta el punto de partida.
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