Torrelodones

El aparcamiento de la discordia

Miércoles 23 de abril de 2014
Es imposible. Quizá dentro de varios años, cuando todos los proyectos municipales hayan concluido felizmente, podremos utilizar el automóvil en este municipio sin que nos provoque una urticaria, como diría un personaje popular. Los que trabajan en Madrid y pretenden tomar el tren de cercanías tienen que dar vueltas y vueltas alrededor de la estación hasta hallar un hueco donde dejar el utilitario. La burocracia, la poca insistencia de anteriores responsables municipales, el cambio de los sucesivos gobiernos responsables de dar los correspondientes permisos, han demorado hasta nuestros días una infraestructura necesaria e imprescindible para la regular marcha de Torrelodones. Algunos vecinos desestiman la alternativa del ferrocarril precisamente porque a determinada hora todos los aparcamientos están ocupados y tienen que optar por volver sobre sus pasos y buscar otro transporte.

Y si hablamos del municipio, tanto en el pueblo como en la Colonia, quizá sea similar si no peor. Aparcar correctamente en los alrededores de los supermercados es prácticamente imposible a determinadas horas. Es más, los fines de semana las ocupaciones de los pasos de cebra, sobre las aceras, y en doble fila es la estampa habitual sin que aparezca la anunciada grúa municipal a poner un poco de orden en determinadas conductas.

Si, difícil solución para un municipio que ha crecido muy rápido. Para una forma de vivir que utiliza dos vehículos por familia, por lo menos y que se ha acomodado en lo que antes era zona vacacional para permanecer todo el año. No hay soluciones mágicas ni instantáneas. La falta de previsión viene desbordando a nuestros gobernantes locales. Pretenden compaginar la bonanza en el tratamiento de los vecinos que insisten en utilizar sus vehículos para trayectos cortos con la disciplina en unas calles estrechas, no diseñadas para el tráfico que soporta Torrelodones. Y, por lo que vemos, es muy difícil. Por eso, por mucha presencia de policía municipal seguiremos viendo vehículos en doble fila, pisando los accesos de peatones, aparcando en reservados de minusválidos y, todo esto, sin que asome el fantasma de la grúa.



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