Miércoles 23 de abril de 2014
Algunos de los colegios de Torrelodones hicieron uso de las magníficas instalaciones del Teatro Bulevar para que los niños comenzaran la Navidad con diferentes actuaciones musicales y representaciones ante la orgullosa mirada de sus padres y abuelos y un batallón disparando flashes.
Así se abrió la temporada musical navideña que, tras el repertorio de villancicos de la agrupación coral Torrecanto y la actuación de la Banda Sinfónica Municipal, se cerró con el ya tradicional broche del concierto de Año Nuevo de Valses y Polkas, esta vez a cargo de la Orquesta Marín i Soler.
Enrique Filiú O’Reille dirige Torrecanto, la agrupación coral que surgió hace seis años a iniciativa de un grupo de vecinos aficionados al canto, que acostumbra a regalarnos veladas muy especiales como la de esta Navidad, en la que estuvieron acompañados por las blancas voces de aproximadamente 70 niños de cuarto y quinto de primaria procedentes de El Escorial, para luego cerrar ellos con conocidos villancicos. Y volvieron a repetirlo por duplicado en el Centro Comercial Espacio, que estando lleno de público ultimando las compras navideñas, los miembros de la coral fueron eligiendo diferentes sitios donde cantar hasta que subieron a la zona de los restaurantes en donde, sentados por separado y camuflados entre la gente, una de sus solistas se puso en pie y se arrancó con el Adeste Fideles, siendo al final acompañada por el resto de sus compañeros, para sorpresa y perplejidad del respetable.
Llegó el momento del Concierto de Navidad a cargo de la Banda Sinfónica Municipal de Música de Torrelodones, que abrieron los “pequemúsicos”, dejando claro que a pesar de la dificultad que tiene que suponer coordinar a niños tan pequeños, Jorge Mora lo puede hacer y muy bien. A continuación el numeroso grupo que constituye la Banda interpretó un muy completo y acertado repertorio basado en bandas sonoras, que tuvo especial mérito a la vista del comportamiento del público: adultos cambiándose de sitio constantemente durante la interpretación, paseando por el patio de butacas, hablando por el móvil sin ningún pudor o charlando en voz alta con sus compañeros de butaca. Y siguiendo el ejemplo de los adultos, niños pequeños saltando de butaca en butaca, comiendo, corriendo por las escaleras sin que nadie les llamara la atención o los sacara inmediatamente del teatro.
Y como broche, tomando como referente otras ciudades del mundo, el concierto que circundando al fin de año, nos permite disfrutar de gala de valses y polkas entreveradas con alguna pieza de música española, usualmente zarzuela. Si el año pasado nos deleitó la Orquesta Filarmónica de Palencia, en esta ocasión la Orquesta Marín i Soler, rayando a gran altura, nos regaló un poco de mágico donaire vienés y desaire zarzuelero, al que no le faltó el aliño final de la marcha Radetzky, salpicada con las palmas del respetable. El pimentón lo puso D. Salvador Requena, director de la misma. M&M
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