Cada año llegan a las estaciones de depuración de la región más de 30.000 toneladas de toallitas húmedas y otros restos sólidos, desechados incorrectamente. A diferencia del papel higiénico, que en poco tiempo se disuelve por completo, este tipo de material no se degrada lo suficientemente rápido y llegan intacto a las plantas de depuración, donde se pueden enmarañar en rejas, tamices y bombas.
A la posibilidad de que estos elementos queden fuera de servicio se añade el riesgo que sufren los operarios encargados de desatascar los equipos hidráulicos. El Canal de Isabel II ha cuantificado en una cifra media de 3,5 millones de euros el sobrecoste anual que suponen estos vertidos en la red de saneamiento, incluyendo costes de retirada y extra de mano de obra para la limpieza de las bombas, reposición de las que quedan inoperativas y el incremento en la factura energética.
A ello hay que sumar las inversiones realizadas en las depuradoras para que estos residuos no comprometan el funcionamiento de sus instalaciones, fundamentales para la salud pública y la calidad ambiental de los ríos. Canal invirtió en 2023 más de 5 millones de euros en equipamiento específico para controlar estos desechos.
La solución definitiva está en el origen, depositar las toallitas y los desechos sólidos urbanos en la papelera o el cubo de basura, mientras que por el váter únicamente se debe desechar papel higiénico. A concienciar a la población sobre este asunto va dirigida esta campaña que se desplegará por diferentes medios hasta el 3 de diciembre.