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Don Pablo, 38 años enseñando

miércoles 23 de abril de 2014, 12:06h
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Don Pablo, 38 años enseñando
De todos los profesores del colegio San Ignacio de Loyola, Pablo Urosa es el único al que los alumnos siguen llamando “Don” aunque parece más bien un añadido de su nombre, ya que luego le tratan de tú. A poco más de un curso de su jubilación, ha vivido todas las etapas de la opción educativa religiosa con más solera del municipio, y sigue viendo la evolución de la sociedad desde el lado del maestro.
Defensor de la familia y crítico con las tendencias actuales de la enseñanza, augura una época amarga.
Me resulta curioso que una de las últimas entrevistas que realizo para ViveTorre sea a quien prácticamente me enseñó a escribir. En esa época en la que Don Pablo (también entonces le llamábamos Don y le tratábamos de tú) era director y profesor del San Ignacio, a los niños se nos saltaban las lagrimillas entonando aquel “ellos pasan tú te quedas, algo de ti llevarán…”. Más de veinticinco años después y lejos de la ideología cristiana que pretendieron inculcarme, he de admitir que el hombre que tengo ante la grabadora tiene parte de culpa de lo que soy ahora, principalmente en cómo entiendo la responsabilidad y el esfuerzo.
Han de disculparme esta intromisión “personal”, pero la ocasión se prestaba. Volviendo a mi entrevistado, puede que vean su apellido por alguna de las calles del pueblo, y es que su abuelo, Sabas Urosa, fue alcalde de Torrelodones. Y aquí se quedaron sus hijos y sus nietos, es decir, el mismo Don Pablo, quien reconoce que ha sacrificado otras cosas en la vida por elegir esta opción (una posible oposición, dar clase en la Universidad…), pero sigue implicándose con pasión para que el San Ignacio sea el colegio de sus nietos. Uno de ellos ya ha inaugurado este año las nuevas instalaciones del colegio, en el AHS.

¿Cómo fueron los comienzos del San Ignacio y tu llegada al mismo?
San Ignacio se fundó en 1964, ahora hace 45 años. El párroco don José Ramón quería que hubiera un colegio aquí y buscó quién le pudiera ayudar, así es que al principio fue una sucursal de un colegio de Madrid, pero al poco se independizó. Luego fue creciendo alrededor de la Parroquia…

(Aquí se explaya en los sucesivos cambios del colegio, la ampliación de las aulas… y es que la historia del centro está unida a la suya propia. De momento, avancemos en la persona)

Yo estaba ligado a la parroquia desde siempre, José Ramón me conocía y en 1971 me propuso dar clases. Al principio, después de la carrera (Filosofía y Letras), me fui a hacer la mili a Ceuta y a la vuelta empecé a trabajar en un colegio de Madrid. Después lo compaginé con el San Ignacio, y al año siguiente, ya me quedé aquí a jornada completa. Empecé dando a Bachillerato Historia del Arte, Formación Política y Religión y después de la reforma educativa, di clases en 6º, 7º y 8º de EGB. En el año 80 se fue la directora, Consuelo y, tras dos años en los que vino otra persona que no acabó de encajar, José Ramón me propuso este puesto. Mi requisito fue no dejar de dar clases, que era lo que me gustaba. Así estuve 7 años, de 1982 a 1989.

¿Cómo fue esa etapa?
El papel de director no me gustaba demasiado, mucho papeleo, y eso de tener que estar quieras o no enfrentándote con unos y otros, llamando la atención… A mí me gusta que la gente haga las cosas por las buenas y si no prefiero hacerlas yo mismo. En el 89 toma la dirección Juan Antonio (recientemente fallecido), quien estuvo en el cargo 17 años, y yo me reincorporé a mis clases. En el 82, con la publicación de la LOGSE, se planteó la necesidad de renovarse, aspirar a contar con Secundaria. Yo me comprometí con el colegio a construir el nuevo edificio. En 1988, con Serapio Calvo como Alcalde, se comenzaron los primeros trámites.

¿Cómo fue la construcción del nuevo edificio y qué significó?
Ya con Mario como Alcalde se hizo finalmente la cesión del terreno municipal, con la condición de que sea siempre una institución benéfico-educativa. Se creó una comisión en la que participé y empezaron las reuniones… En ese momento no había dinero y el edificio, que costó alrededor de 500 millones de pesetas, todavía no se ha acabado de pagar. El traslado se hizo finalmente en el año 94. Fue un cambio, había nuevas y mejores instalaciones, mucho más espacio, pero también éramos más gente, y eso a veces es como en las familias, cuanta más gente, más problemas.

Y ahora otro centro nuevo, ¿cómo lo estás viviendo?
Ahora la aspiración es tener Bachillerato. He participado en la elaboración del nuevo proyecto, a pesar de que ya pronto me voy a jubilar (en el 2011), pero quiero que sea el colegio de mis nietos y que siga teniendo importancia en Torrelodones. La primera fase se ha construido gracias a un crédito muy importante, pero para hacerlo todo falta mucho más. Hay que sacar el dinero a base de las aportaciones voluntarias de los padres, de actividades extraordinarias... Ten en cuenta que hay colegios de nueva construcción que están vistos como un negocio, pero nuestro colegio no es así, nunca ha pretendido tener beneficios económicos. En todo caso, lo difícil es construir el día a día, las “piedras vivas”, los alumnos y los profesores.

¿Cuál ha sido el ideario del colegio?
Un ideario cristiano, aunque a veces no se consigue lo que se pretende, hay muchas cosas en la sociedad que tiran para el lado contrario. Tú misma ves que de lo que te hemos dicho, unas cosas te valen y otras no. Yo en el colegio siempre he intentado inculcar que hay que trabajar, que hay que hacer las cosas lo mejor posible, no hay que ser egoístas… Estos valores se pueden aplicar también a los no cristianos. Yo no he tratado nunca de inculcar a mis alumnos ninguna idea fanática. Yo creo en la libertad, y creo que hay que buscar la verdad, para eso tenemos que ser sinceros cada uno.

El cambio en la metodología de la enseñanza, ¿ha sido positivo o negativo?
El esfuerzo que hacían los alumnos antes no lo hacen ahora. Quizá es que no estén motivados, pero es que fuera de la escuela hay muchos más incentivos que motivan a los alumnos. Es todo: la música, tantos aparatos para reproducirla, la televisión… Todo esto lleva a que los alumnos reciben un mensaje distinto del que se les quieres enseñar. Decía Aristóteles que el ser humano ha de tener capacidad de admiración y de sorprenderse, entonces es cuando aprende. Pero si resulta que ahora ya no se asombran ni ante la Capilla Sixtina, pues no ponen interés, y no aprenden.

Pero no crees que los profesores también tienen la culpa, al intentar ser más “colegas” de los alumnos.
Por supuesto, pero no es un problema sólo de los profesores, también de los padres. En la educación escolar y familiar tiene que haber un equilibrio entre la comprensión y la exigencia. A lo mejor muchas veces tú me has visto como un hueso, un antipático… pero siempre he tratado de sacar de cada uno las cualidades que tiene. Esto requiere una exigencia porque el ser humano tiende a la pereza, a la comodidad... Nuestros alumnos e hijos están recibiendo las cosas gratuitamente. La libertad que hemos conseguido la estamos usando muy mal. Esto repercute en la educación y en la sociedad, y no se soluciona en uno ni en tres años, ni a lo mejor en una década.

Entonces, ¿cada vez vamos cada vez a peor?
Hay que tener esperanza, es lo último que se pierde. Quizá tengamos que superar un periodo en el que lo vamos a pasar mal. Creo que en la Historia hay momentos en los que hay crisis, y si llegan es porque hay que cambiar. La economía no puede seguir así, y también tenemos que esforzarnos para que las cosas funcionen de otra manera a nivel familiar y educativo. Hay quien ya está volviendo a reforzar la autoridad del profesor. Yo creo en la “Autoridad, Libertad y Responsabilidad”: si no hay autoridad, no hay libertad. Parece un contrasentido pero no lo es, tiene que haber una autoridad que ponga orden, y que luego que cada uno sea dueño de sí mismo y elija en libertad.

¿Qué piensa del “pacto educativo” del que hablan los políticos?
Se tendría que haber hecho hace mucho tiempo. Para mí en la sociedad hay dos cosas fundamentales: la educación y la sanidad. Con ninguna se puede jugar, ni pueden los partidos políticos (sean de un sentido u otro) decir que la educación sea “como a mí me gusta”. Han de buscar un consenso y pensar en cómo quieren que sean en el futuro las personas.

¿Se imparte en el San Ignacio la asignatura Educación para la ciudadanía?
Se está dando en el colegio, pero ya hay muchos padres que han objetado. A mí no me importaría impartirla, claro que daría mi opinión. Estoy en contra del aborto y así se lo expondría: si no sois mayores de edad y vuestros padres son vuestros responsables, no me parece bien que podáis abortar sin su consentimiento. Yo creo en la familia y en las relaciones que tiene que haber dentro de ellas: confianza y apoyo. Creo en la libertad y no voy a restringirla en ningún sentido, lo que no quiere decir que yo no tenga la preocupación de que por este camino la sociedad no va bien.

¿Qué ha aportado el colegio S. Ignacio al municipio, y qué puede seguir aportando?
Es una opción cristiana que tratará de seguir formando alumnos con un ideario cristiano, y que por tanto garantiza la libertad de elección de los padres. Aparte de dar esta opción, lo que el San Ignacio tiene que hacer es dar una buena formación humana, intelectual y académica. Al ofrecer un ciclo completo, creo que puede haber una continuidad en la formación, que quien salga con 18 años ya tenga unos elementos de juicio para enfrentarse a la vida con toda su responsabilidad.


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